lunes, 19 de noviembre de 2012

7 cajas (Juan Carlos Maneglia y Tana Schémbori, 2012, sección: Competencia Latinoamericana)

No se puede delegar nada 

La previa


Esta mañana en nuestro segundo día de festival, nos aventuramos a por las entradas del día y nos avivamos que  podíamos asistir a la función de prensa de las 11:45 de 7 cajas, la película paraguaya más taquillera de la historia del su país, que superó  Titanic en cartelera, una de las promesas del festival en competencia oficial latinoamericana, nos apresuramos a tomar un taxi, unos colegas del festival lo quisieron compartir, pero el taxista no quería llevar más de cuatro.

Llegamos sobre la hora,  los colegas al mismo tiempo, bajamos la escalera mecánica del paseo y entramos a la sala ya con los títulos y medio a los tumbos en la oscuridad pero justo a tiempo.



La historia


Victor es un adolescente que trabaja en el Mercado 4 de Asunción con su carretilla repartiendo bultos, recibe una propuesta que consiste en transportar 7 cajas a cambio de cien dólares. La tarea se va dificultando cada vez más, y se van desarrollando subtramas, todas ellas vinculadas a las malditas cajas que conectan  desde un restaurante coreano con una empleada parturienta, hasta una banda de marginales que se organizan para robar el cargamento para obtener una supuesta fortuna.


El relato


Este film es un thriller de alto impacto, el Mercado 4 es infinito, lleno de puestos separados por pasillos en todas direcciones a modo de laberinto ofreciendo: ropa, electrodomésticos, alimentos, puestos de comida al paso y más; con este escenario de fondo se hace foco en algunos locales que van rotando, una carnicería regenteada por Don Darío, un restaurante coreano donde trabajan la hermana de Victor y su amiga embarazada, un hospital público, un aguantadero, un estacionamiento, etc.

Las actuaciones son muy buenas  empezando por el protagonista, Victor (Celso Franco) un adolescente que desea comprarse un celular con cámara de video y que para cumplir este fin acepta un trabajo que lo llevará a involucrarse en un asunto interminable, que se inicia con la propuesta de transportar 7 cajas. Liz (Lali Gonzáles) es la compañera de aventuras de Victor y su auxilio permanente. Nelson un bandido desesperado por conseguir el beneficio de transportar las cajas, necesita insulina para su hijo pequeño y está dispuesto a todo. La hermana de Victor, y el coreano hijo del dueño del restaurante, los policías que persiguen la mercadería, los carniceros, todos desempeñan actuaciones que van de la risa a la tensión extrema. Mencion aparte merece el personaje interpretado por “Paletita”, el carnicero Don Darío, que cada vez que abre la boca se mete en problemas y provocó carcajadas a toda la audiencia.

Las corridas a toda velocidad por los pasillos del mercado, los momentos en que la mercadería se pone en peligro ya sea porque se acercan los bandidos o la policía, son todos momentos suspenso y acción construidos con gran precisión. La música de bailanta y otras veces hip hop acompaña los momentos de desesperación.

Juan Carlos Maneglia y Tana Schémbori trabajan con un dispositivo que permite seguir a Victor o a su carretilla obteniendo planos vertiginosos, reforzando la idea de laberinto. También utilizan un recurso con el que aceleran la acción quitando cuadros de la secuencia dándole ritmo y focalizando en ciertos elementos como los obstáculos en las escenas de persecución, así como primeros planos y cámara en mano que hacen claustrofóbicos los momentos de peligro.

Los colores son opacos, los naranjas y amarillos no brillan sino que se homologan con el espacio saturado de objetos, todo poblado ni un espacio vacío y notoriamente hay por todas partes pantallas de televisión que recuerdan a Victor sus motivaciones cuando el se imagina dentro de los spots publicitarios y los videoclips que reproducen. Hasta las cámaras de seguridad lo encandilan.

La película logra tener atrapado al espectador de principio a fin,  a la par del protagonista vamos viviendo cada momento, cada decisión equivocada, cada paso en falso que en pone la vida en riesgo a cada momento, sin dejar  por ello, de tener ternura, de sueños y fantasías que envuelven al joven Victor.


La banda sonora, específicamente los diálogos, por momentos son difíciles de seguir ya que en su mayoría son a medias entre guaraní y castellano, y vamos pescando por las contestaciones o el contexto, ayudados también por el subtítulo en inglés. Son diálogos de los más cerrados y con una tonada medio aspirada que cuesta entender.

Las subtramas están sólidamente vinculadas a la historia principal y permiten ir uniendo las puntas del ovillo que se van sembrando durante el film. La historia de Nelson es temible, su mirada a la farmacéutica que le niega la insulina para su hijo es absolutamente genuina y desesperante. Kim y su amor en silencio es muy dulce. La historia de la mujer embarazada que retiene los síntomas hasta último momento y no tiene compañero cuenta de una sórdida soledad.  Los carniceros y sus claves mal descifradas, son escalofriantes y la historia de Victor y Lina tiene romance, ingenuidad y peligro.

El final de la película llevó un aplauso al unísono de parte de todo un público, sumamente agradecido, ya que es éste el cine que vinimos a ver, tiene nuestro voto para ser la mejor de la competencia, y nuestro grito de alegría festejando el cine latinoamericano de gran calidad, aguante Paraguay.

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